domingo, 16 de mayo de 2010
La imagen de la utopía en Chernishevski o el mito del Palacio de Cristal
La imagen de la utopía en Chernishevski o el mito del Palacio de Cristal
Antes de cerrar la novela, Chernishevski no renuncia a presentar cómo será la sociedad del futuro cuando todos hayan realizado el aprendizaje de los principios para transformarse en mujeres y hombres nuevos.
Como respuesta a las preguntas ¿de cómo será la sociedad civil? y ¿de cómo vivirán los hombres? Chernishevski traza una representación del mundo del futuro; elabora una prefiguración de su utopía.
Esta encarna en una especie de “Palacio de Cristal”, tal como la llegará a designar Dostoievski en las obras que concibe y publica por aquellos años, y que escribe en directa polémica y contraposición con la visión ética utilitaria de Chernishevski.
El título lo extrae Dostoievski del apelativo que recibe el edificio que albergó, en Londres, la celebración de la primera Exposición Universal de la Industria, que se celebró en 1851, concebida y organizada por el príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria.
El creador del diseño, de la edificación y de sus jardines sería el arquitecto paisajista inglés, diseñador de invernaderos, Joseph Paxton. Este fue convocado para que erigiera un símbolo de la nueva era que comenzaba a autonombrarse como “moderna”, calificativo que servía para marcar la diferencia con cualquier otra época histórica anterior.
En ese momento se ingresaba en un tiempo signado por la idea de progreso, innovaciones radicales y rápidas transformaciones que, según consideraban sus entusiastas defensores, traería al mundo las herramientas necesarias, las tecnologías adecuadas y los modos de construir nuevos que modificarían de modo revolucionario los usos y formas de organizar la vida humana hasta entonces conocidos.
Estos procesos provocarían -según se predicaba- una gran transformación cultural que se implantaría con el desarrollo y la extensión del capitalismo a todos los rincones del planeta.
Su potencial se basaba en una nueva visión de la realidad en la que se preveía que el ser humano alcanzaría el dominio total de las fuerzas naturales y humanas, para concentrarlas con eficiencia y precisión a la producción del bienestar general, y a edificar una renovación del mundo guiada por principios puramente racionales. Esta perspectiva se predicaba como el credo de la nueva época entre la clase pensante de los países más desarrollados.
El “Crystal Palace” quiere representar, en una sola realidad, la modernidad que se abre decidida con una firme voluntad de transparencia.
El edificio está concebido como una gigantesca bóveda de hierro y vidrio, que abarcaba 563 metros de longitud y cubría alrededor de 70.000 metros cuadrados de superficie. La construcción se presentaba a quienes la visitaban como una especie de gran catedral secular en que se muestran, prodigiosos, los milagros de la nueva religión del progreso.
En su interior penetraba íntegra la luz del día y la construcción se sumaba al paisaje del entorno integrándolo. De hecho, la obra hace desaparecer la división de interior y exterior, y en las noches llegaba a deslumbrar como una gran linterna mágica.
La construcción plasma y muestra a la perfección, las dos ideas que presidían la exposición: universalidad y unificación.
Por el éxito y el prestigio que otorgaba a la nación organizadora, otra exposición semejante fue inaugurada en París, en 1855; y en 1862, de nuevo en Londres se vuelve a abrir otra muestra en el mismo Palacio de Cristal, que en el ínterin había sido mudado de sitio.
Fue a esta última exposición a la que asistió Dostoievski en su primer viaje a Europa, efectuado en 1862, en los meses de junio y julio.
Resultado de sus vivencias y observaciones sobre Europa y los europeos, las recoge el escritor en una obra bastante polémica: “Notas de invierno sobre impresiones del verano”, dirigida contra los escritores rusos que defendían y aspiraban a implantar en Rusia los principios liberales y radicales, inspirándose en el modelo de vida de Occidente, para reconstruir la atrasada sociedad rusa de mediados del siglo XIX.
“La Exposición impresiona –apunta el novelista en su descripción de su visita a la exposición-; se siente una gran energía…, se siente que ha triunfado una idea gigantesca, pero enseguida se siente un gran temor, se siente que ha triunfado algo terrible”. Y súbito uno se pregunta: “¿No será éste el ideal logrado? ¿No será éste el gran rebaño único?”.
Dostoievski cobra conciencia inmediatamente, que a partir de este acontecimiento el mundo, todo el planeta, queda constituido como una sola realidad que reposa en la idea de un progreso continuo e indetenible.
Ante tal espectáculo de poderío, de dominio “solemne, triunfal, orgulloso”, no quedaría a la gente otra actitud, que “encogerse tranquila, terca y silenciosamente a adorar”.
Dostoievski percibe que la gente común no tiene fuerzas para contraponerse a esta nueva realidad que se le impone con el capitalismo y la revolución industrial. Para esto tendrían que disponer de poderosas energías interiores: una gran voluntad, constancia, seguridad y serenidad para poder desviarse de los comunes caminos que transitan los humanos. Entonces, para sobreponerse ante tan avasallador impulso lo único que parecería posible hacer sería postrarse en adoración, correspondiendo con la poderosa sensación de encontrarnos ante algo irresistible que se ha consumado definitivamente, “algo -con un poder simbólico- por el estilo de Babilonia”.
Dostoievski, enseguida vuelve en sí, y con un destello de ironía piensa que quizás lo que lo ha “seducido ha sido la decoración”; pero no, insiste: “si pudiesen sentir que orgulloso es este espíritu potente en su victoria, se pondrían a temblar a la vista de su orgullo, terquedad y ceguera”.
Mostrar en Rusia lo descabellado de este proyecto, que encarna en semejante edificación como el símbolo de los nuevos tiempos y condensa en esta metáfora eficaz los ideales del siglo XIX. Esta ayuda a resaltar lo desmedido de la perspectiva de mundo que triunfa en su tiempo como un grave aviso para la humanidad del presente y del futuro; y anuncia la gran carga deshumanizadora y el peligro que representa para la humanidad esta forma de interpretar el mundo. Dostoievski en lo adelante, en su obra, se concentrará en denunciar las amenazas y las estrecheces de semejante visión del mundo.
Mientras tanto, en las cárceles de San Petersburgo, en ese mismo tiempo, Chernishevski escribe su novela, cuyo capítulo final lo dedica a describir como será la vida de los seres humanos después de que se asienten, los principios descritos en su obra, en las costumbres y en la existencia humana gracias al proceso de liberación económica que habría de transformar a la sociedad.
Sea dicho aquí entre paréntesis, Chernishevski en el año 1861 había viajado a Londres, a ver a Aleksandr Herzen, quien es, en ese momento, el líder en el exilio de la oposición al gobierno zarista.
En ese encuentro, que fue un fracaso, Chernishevski no logra convencer de sus ideas para liberar a Rusia del yugo del zarismo al patriarca editor de la revista Kolokol -La campana-. Ambos buscan contribuir a superar los terribles males que afectaban a los campesinos rusos, que vivían en una miseria económica y humana lamentable. Sin embargo, cada uno adopta un camino diferente para alcanzar el mismo objetivo.
Quizás, aventuro yo, durante el transcurso de su breve estadía en Londres, Chernishevski pudo haber visitado la zona donde era reconstruido el Palacio de Cristal de Paxton, que de seguro estaba siendo reacondicionado para acoger la nueva exposición mundial que se celebraría el año siguiente. O, tal vez, pudo ver el Album de Oro de la pasada exposición de Londres de 1851.
La imagen del mundo ideal del futuro tal como lo describe el pensador, da que pensar respecto a si no habrá tomado la paradigmática construcción londinense como el modelo de su utopía. Si nos atenemos al paradigma que describe parecería que, en efecto, describe “The Crystal Palace”.
Aconteciera esto o no, a continuación transcribo algunos párrafos decisivos sobre como será el despliegue de la vida en la nueva sociedad:
“Un inmenso edificio se eleva en una llanura rodeado de un verdor embriagante. Tiene el esqueleto de hierro, las paredes de cristal, y está circundado en cada piso de amplias galerías, que tienen techo y pisos de aluminio. En cada rincón habrá plantas exóticas y flores por doquier. La edificación es un grandioso jardín de invierno”.(...)
“Se ven grupos de personas que disfrutan en los prados: hombres y mujeres, viejos y niños, todos juntos. Pero es más numerosa la juventud. Hay pocos viejos, mientras que más de la mitad de los niños están en el edificio y se dedican a sus tareas domésticas”. (…)
“Terminado el trabajo todos regresan a la edificación. Se reúnen en un gran salón tan grande como una plaza, allí están preparadas, con pulcritud y orden varias mesas, los comensales sobrepasan el millar, pero no se encuentran todos los habitantes presentes. Quien lo desea puede comer en su habitación. Es espléndido el servicio, todo de cristal y aluminio, y por todos lados vasos con flores hermosas. Nadie sirve. Todos pueden escoger lo que deseen y la comida es sabrosa y abundante. Quien quiere otro tipo de comida u otra cosa paga por su gusto aparte”. (…)
“Después del trabajo de la mañana hay reposo y distracciones. En todas las salas, decoradas de manera espléndida, iluminadas por luz eléctrica, hay mucha gente. Las mujeres visten un traje semejante al de las mujeres griegas en la época clásica, es una túnica ligera y suelta que permite la libertad de cualquier movimiento; los hombres visten de toga. Todas los rostros reflejan gracia, salud y energía. Reflejan el sentido de la vida. Se ríe, se juega, se canta, se baila… “¡Cómo arden las mejillas! ¡Cómo brillan las miradas! ¡Cómo es plena y libre la vida!”.
A esta imagen idílica del futuro mundo liberado de la opresión y la injusticia responderá con sarcasmo cruel e ironía corrosiva Dostoievski. Lo que llevará a algunos escritores del tiempo a difamar el supuesto comportamiento infame de Dostoievski frente a Chernishevski.
Su crítica a las ideas de Chernishevski ocuparan al gran novelista en varios escritos ocasionales y por lo menos, dos de sus más apreciadas novelas las escribirá al tratar de refutar y ridiculizar la visión amena que dibuja el filósofo, del futuro mundo sustentado en el reino de lo racional y de la ética utilitaria, basada en el egoísmo racional.
Pero antes de pasar a desplegar esta temática, vamos a intentar hacernos otra imagen de la persona y de la obra de Chernishevski, tal como se desprende de un análisis de una de las novelas más importante de un escritor ruso del siglo XX.
© Luis O. Brea Franco - Crónicas del ser
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